domingo, 25 de marzo de 2012

De la Belle Epoque a nuestros días- Última parte

Majestuoso tanto por fuera, como por dentro...es un espacio que invita a la visita y  que nos ofrece una doble  oferta: su bella arquitectura y  una colección permanente de arte figurativo argentino.

Cabe destacar, que el Museo de Arte de Tigre es considerado Patrimonio Histórico y Arquitectónico de la Nación desde el año 1979.  

Belleza por doquier

La escalera es forrada en mármol de Carrara, hubo que  revestir algunos de los escalones que se encontraban muy deteriorados.

Vista hacia el exterior, aquí se puede apreciar  el piso en damero de mámol de Carrara. el piso es el original ,  la restauración llevó dos años. Hubo que retirar cada una de las baldosas para pulirlas y volver a colocarlas...


Cielo rasos ricamente decorados que se engalanan con las arañas  francesas...

Aquí se ve el emblemático escudo del Tigre Club

Hierro y bronce en las luminarias 


Este hermoso edificio tiene un estilo renacentista, las escaleras son de mármol de Carrara, los espejos venecianos, el bronce y el hierro forjado predominan en su interior.

Vista del bello vitreaux que fue recuperado utilizando las técnicas de época


 Tanto en las Salas como en el Salón Principal sobresalen arañas francesas, caireles de bronce, cristal de roca y bacarat, el cielo raso ejecutado por dos artistas franceses son ninfas ejecutando partituras con instrumentos de vientos. Los pisos eran de roble de Eslovenia y los vitrales importados. 



Impactan los espejos venecianos

Los pisos de roble de Eslavonia se repararon con madera de la misma época obtenida de toneles de vino, tarea que llevó cuatro años 

Centro de la vida cultural tigrense, recorrerlo es una introducción a la pintura argentina. La colección permanente está divida en siete espacios. La primera cuestiona la existencia de la Figura Argentina y la identidad nacional, a través de trabajos de Antonio Berni, Bernaldo de Quirós y Lino Spilimbergo. La Sala Histórica guarda obras de Eduardo Sívori y Bernabé Demaría, entre otros, que recuerdan al gaucho y la pampa. La escultura, los paisajes y la naturaleza muerta tienen su espacio.
No podía quedar afuera de una retrospectiva criolla el puerto de Buenos Aires, y los colores de Benito Quinquela Martín llegaron de La Boca. Pero si hay algo que caracteriza al museo, es el haber rescatado obras elementales que reconstruyen una mirada sobre el Delta y su historia, trabajos de diferentes artistas recrean la paz del río y el verde de la vegetación, los pescadores y la vida entre los canales del Paraná.


Vista de las escaleras palaciegas...

Un párrafo aparte, merece el fresco del cielo raso, de la nave principal. Fue creado por el artista español Julio Vila Prades, quien diseñó una reunión de ninfas ejecutando partituras con instrumentos de vientos. 

El trabajo de restauración le devolvió el esplendor y la muestra logra resumir 200 años de historia de arte argentino. Y las puertas volvieron a abrirse con elegancia, la diferencia es que ahora todos pueden entrar 



Museo de Arte de Tigre, Paseo Victorica 972. Tigre. 

 Horarios

Miércoles a viernes de 9 a 19 hs.

Sábados y domingos de 12 a 19 hs.

Valor de la entrada: $12

Boletería cierra media hora antes

Como llegar


Llegar: Hasta Aca  Desde Aca
Dirección:
Datos de mapa ©2012 Inav/Geosistemas SRL - Términos de uso
Mapa
Satélite
Híbrido
Relieve
Earth
  • En auto / Acceso norte, bajada Tigre hasta Paseo Victorica 972
  • En tren línea Mitre hasta Estación Tigre. Una vez allí se puede abordar el Bus Turístico, transporte que recorre los principales puntos turísticos de la ciudad, entre ellos, el Museo de Arte Tigre. Con la compra de un ticket podrán subir y bajar en las distintas paradas durante todo el día y sin límites.
  • En colectivo línea 60 Pana C hasta Liniers y Pirovano




martes, 20 de marzo de 2012

De la Belle Epoque a nuestros días...2da. parte



Todo empezó en 1909, cuando los empresarios Ernesto Tornquist, Luis García y Emilio Mitre decidieron fundar el Tigre Club. Estos empresarios deciden asociarse para fundar un club de tenis, golf, regatas y juegos, en el idéntico espacio, donde posteriormente, en 1927, sería instalado un casino. Sobre uno de los costados laterales de la casa de entretenimientos, en ese entonces, se encontraba el Tigre Hotel, posteriormente demolido. 



Por sus salones pasó lo más granado de la sociedad y la intelectualidad de la época, y personalidades como los príncipes de Gales y Saboya, Lola Mora, Enrico Caruso, Rubén Darío, Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca entre otros... 

Mirando hacia el río

De estilo ítalo-francés, la mansión luce a nuestra vista, cargada con innumerables adornos, símbolos y detalles. Las columnas dóricas que la sustentan, la ornamentación a cargo de arcadas y guirnaldas; la doble altura que acentúa su esbeltez y una fachada más angosta al río otorgan una interesante elegancia rematada en la cubierta exterior, por una mansarda de tejas de zinc con dos torres aguja en su frente.  

Devenido en salón de juegos de azar y clausurado en 1933, el edificio se sumergió en el olvido y terminó en manos del Círculo de Suboficiales de Gendarmería Nacional. Expropiado por el municipio en 1974, en 1979 fue declarado Monumento Histórico Nacional y se transformó en sede del Concejo Deliberante en 1983 y centro cultural hasta 1997. En 1998 empezó la restauración y puesta en valor que terminó con la inauguración del museo en 2006 


El edificio, más el posterior agregado de la pasarela que llega al río, construida entre 1912 y 1913, conforman una unidad estética. En un sitio privilegiado se implanta de una manera impecable. Los espacios exteriores, liberados durante las obras de restauración, mejoran notablemente estos aspectos otorgando una lectura clara y limpia del vínculo que los une. 

A todo este conjunto artístico se le suma la pasarela que llega casi hasta el río, con una vista espectacular sobre el Delta y una iluminación a la usanza de los puentes de París: digno de una postal de viaje.  

Mirando hacia el río...

Una impronta palaciega, con impecables jardines poblados de hileras en medialuna de petunias fucsia, glorietas y senderos, dan un indicio de lo que será el interior de ese majestuoso portento de 2000 m2 que otrora ocupó el primer casino que tuvo el país y viejo hotel Tigre Club.  

Soñado palacete de la belle epoque se yergue majestuoso ante un río color león...

Acompañan este esplendor los jardines fabulosamente cuidados. 

Por el Tigre Club desfilaron las más encumbradas personalidades de aquella época, desde el presidente Julio A. Roca hasta el poeta Rubén Darío, vale mencionar que el poeta, allí escribió su poema "Divagaciones"...
Cuidados canteros llenos de coloridas flores

 Las fiestas de fin de año y los carnavales eran citas obligadas para la sociedad de la época.  Allí brillaba el lujo y la opulencia, siendo el lugar obligado de la aristocracia porteña.


El edificio de dos plantas abunda en columnas dóricas simples, dobles columnas, semi columnas, pilastras, arquerías y motivos ornamentales de palmetas, guirnaldas de flores, hojas de laurel y de encina...

Las esquinas del edificio se complementan por dos torres salientes desde el primer piso.



Las torres  semiredondas, rematan en  una cúpula semi bulbosa, con un coronamiento de hierro y una aguja final que se repite en el mirador hexagonal.

Detalle del frontis de la fachada

Aquí se puede apreciar la bella ornamentación.

El edificio del Tigre Club es de estilo renacentista, con escaleras de mármol de Carrara, espejos venecianos y columnas de base de bronce y la parte superior estucadas (masa de yeso y cola). El techo de su salón principal está decorado con un fresco del artista español Julio Vila y Prades. Cuenta además con un arco que nace en su entrada principal, cruza el Paseo Victorica y finaliza en una glorieta sobre la orilla del río Luján. 


La terraza, donde en otras épocas se realizaban recepciones y bailes, ahora se puede tomar un refrigerio y soñar con  el pasado palaciego de este bello lugar.

Detalle de las columnas


Detalles de lujo extremo...casi no parece estar en  Argentina!


Vista de las torres laterales.

La pasarela

Otra vista de la pasarela


El edificio, desarrollado en dos plantas, con terraza y columnata al estilo Vaticano, nos maravilla con una restauración impecable del arquitecto Marcelo Macadán, quien logró recuperarlo con prolijidad, armonía y una cuidadosa planificación. 

 El bronce y el hierro forjado predominan en sus pasarelas. 

El conjunto edilicio fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 1979. La comuna se propuso entonces su reconversión a Museo. En 1990 un grupo de profesionales trabajó para lograr su regreso al esplendor original debiendo instrumentar la transformación de la antigua casa de juegos en el nuevo destino actual de museo de arte. 
Luego del cierre definitivo del Casino, en 1933, el Tigre Club intentó mantenerse con una serie de actividades que no resultaron del todo lucrativas, como la concesión del restaurante regenteado por Armin Schaefer o el alquiler de los salones como centro de reuniones sociales. Había quedado atrás su época de esplendor donde podían cederlos con fines benéficos, como lo habían hecho con la Asociación “Le Donne Italiane” y el “Hospital de Tigre”. El abandono era inminente. Hacia mediados de los años 50 ya aparecen varias ordenanzas poniendo el edificio en manos del Círculo de Suboficiales de Gendarmería Nacional. En 1974, el intendente Néstor Pozzi, sanciona con fuerza de Ordenanza número 35/74 la expropiación del mismo. Una placa recordatoria de esa acción fue colocada el 27 de marzo de 2010, cuyo texto reza “...”.  Cinco años más tarde es declarado Monumento Histórico Nacional.
Las obras de restauración edilicia comenzaron en 1998. 

 El edificio estaba en un estado crítico debido al paso del tiempo. Bajo la dirección de obra del arquitecto Hugo Maciñeiras y el arquitecto Héctor Rubén Otero, a cargo del equipo de restauración del edificio, se trabajó a lo largo de nueve años en diferentes etapas. Primero se hizo el relevamiento de detección y análisis de las patologías, luego el proyecto de intervención, incluyendo la restauración y puesta en valor del edificio. Más tarde su trabajo en la adecuación al nuevo uso y en las instalaciones eléctrica, contra incendios, de aire acondicionado y seguridad.
Favorablemente no habían daños estructurales serios, pero sí lo natural del trabajo de la humedad, al estar emplazado en las márgenes del río, sumados a los años en que nadie ponía mano en su mantenimiento o en los que sí habían, salvajemente, realizado modificaciones.


También en sus jardines hay expuestas muchas esculturas obras de artistas diferentes, realizadas en diversos materiales como chapa, hierro, madera, etc., dándole un atractivo diferente al espectador pues se encuentra en el lugar el disfrute no solo del paisaje natural sino además de obras de arte en diferentes disciplinas. 


Un símbolo de la aristocracia de la Argentina de Antaño, hoy convertido en museo. 

Tal vez sea el entorno, o su arquitectura muy cuidada, o quizás su cercanía con el rio. Lo cierto que esta magnífica obra es un icono para no dejar de visitar si uno anda por esos lares. 











Victorica peatonal: bajo la terraza el paseo Victorica se transformó en peatonal, alejándose de las vibraciones producidas por la parada de la línea de ómnibus que tenía su Terminal por debajo, hasta los años 90. Para evitar nuevos deterioros producidos por el tránsito vehicular y especialmente los colectivos. El predio de la Terminal de la línea 60 fue adquirido por la Municipalidad para construir allí la nueva sede del Consejo Deliberante. 
Continuará...