sábado, 10 de marzo de 2012

Hipódromo Argentino de Palermo

 El turf fue un deporte de reyes y en Buenos Aires tuvo su época de esplendor durante los primeros años del siglo XX, en los que la salida al hipódromo funcionaba como una vidriera estupenda para el encuentro social. La arquitectura del edificio de Palermo recrea el refinamiento de la Belle Epoque y la sofisticación de la aristocracia porteña. A pesar de que los años han opacado parte de aquel brillo, hoy podemos recuperar el paseo y disfrutar del conjunto palaciego:tres tribunas de estilo clásico francés rodeadas de jardines junto con una importante oferta gastronómica.



Esta fue la excusa para visitar el hipódromo.




Inaugurado en 1876, el predio cuenta con tres pistas de arena cava, de las cuales dos son utilizadas para el entrenamiento y vareo de los caballos y la tercera, considerada una de las mejores del mundo, posee una composición de materiales extraordinarios para la actividad ecuestre.


Desde sus inicios, la meca del turf argentino se hizo notar para la mayoría de los rioplatenses. El día que abrió sus puertas, la ciudad se paralizó y ni los trenes ni los tranvías dieron abasto. El ferrocarril incluso puso vagones de más para que todos pudiesen asistir, pero no fueron suficientes para el caudal de interesados que no quiso perderse las primeras siete carreras. 

Pero hoy éste no es simplemente un lugar destinado a las carreras de caballos. Desde sus comienzos ha sido un ámbito de glamour y estilo, en donde el fanatismo por el turf motivó la construcción y luego la contemplación de una elegante obra arquitectónica de la belle époque en la que se conjugan tanto las apuestas como los placeres de la buena vida.

En su primera época disponía de una tribuna oficial con capacidad para 1.600 personas y 40 palcos familiares. El Hotel La Paix brindaba los servicios de restaurante y los visitantes podían recrearse en los amplios jardines. Pero en 1908 el cambio fue necesario y se remplazó los edificios originales por una nueva construcción encargada al arquitecto francés Louis Faure-Dujarric de estilo clásico francés siglo XIII. La nueva tribuna neoclásica aumentó la capacidad hasta los 2.000 espectadores y hasta el día de hoy se mantiene.


 La riquísima historia del Hipódromo de Palermo cuenta con la presencia de importantes jinetes como Domingo Torterolo, Irineo Leguisamo, Máximo Acosta y Marina Lazcano. Los caballos más famosos que han cabalgado por su pista son entre otros Old Man, La Misión, Botafogo, Yatasto y Lunático. La primera versión del clásico Gran Premio Nacional se disputó en 1885 y fue ganada por el caballo Souvenir que era montado por un joven jinete uruguayo de tan solo 11 años de edad.
Sin embargo, el Hipódromo Argentino de Palermo, como se lo denomina desde 1953, no se reduce simplemente al juego y a las apuestas.

El salón Tattersal, obra del arquitecto italiano V. Cestari, es el lugar preferido de grandes personalidades para fastuosos festejos de etiqueta, mientras que el pabellón de socios, sede del encuentro entre políticos y figuras de la sociedad porteña, nació de la imaginación del arquitecto francés Fauré Dujarric.



 Este francés se había formado en la famosa Ecole des Beaux Arts, de París, que entrenaba a sus alumnos en una aptitud versátil para afrontar programas de trabajo de lo más disímiles. Como parte de su programa de estudios tuvo que proyectar desde baños públicos hasta el palacio para el gobernador de Argelia, o un monumento para héroes de la independencia de su país. En la Argentina fue el arquitecto predilecto de los Unzué. Diseñó la fabulosa y demolida San Jacinto (propiedad de la marquesa pontificia María Unzué de Alvear), la casa del Biarritz argentino de su hermana Cochonga y la capilla de la mítica estancia Huetel. Frente al océano, levantó el imponente Asilo Unzué de Mar del Plata que, además de estar provisto de una capilla con decoraciones realizadas en Roma, tenía la más avanzada tecnología. La fortuna Unzué le permitió ensayar de todo un poco. Asociado con Robert Prentice, un inglés que había estudiado en París, construyó obras particulares y espacios para uso público como la estación Retiro del ferrocarril Belgrano. 

 El perfil de Louis Faurec-dujarric lo convierte en un personaje apto para la literatura o el cine. Era un dandy anglófilo, una suerte de gentleman architecte, siempre impecablemente vestido y montado en su Rolls Royce. La lista de sus obras destila glamour: el estadio de tenis de Roland Garros, elestado olímpico de Colombes, las instalaciones del Racing del Pre catelan y la tienda Aux Tríos Quartiers. Además, hay que incluir varios edificios de departamentos suntuosos, de estilo moderno, construidos a principios de los años 30 en parís, en plena crisis francesa.





"El hipódromo de Palermo, su escenario y sus actores constituyen otro caso de tantos que reflejan esa pasión por mezclar tan típicamente porteña. Francia e Inglaterra, Longchamp y Ascot, sin descuidar algún toque de chantilly o Deaville: varias famosas pistas bien conocidas por los turfmen y sus acompañantes femeninas sirvieron de modelo para armar el mayor santuario argentino de carreras. En su época de orígenes, el espectáculo en las tribunas rivalizaba con la competencia en las pistas. Estos lugares aparecían como una pasarela de modas y, también, como un set de filmación donde cientos de caballeros coronados por galeras y damas con pamelas deambulaban entre marquesinas y sombrillas, sobre fondos y sonidos de caballos y jinetes."
 


Entrada para socios






El paisaje se completa con encantadores jardines decorados con esculturas y escalinatas que invitan por los laterales a la pista y a las tribunas. Entre las alternativas para el entretenimiento, es posible disfrutar de bares y confiterías, entre las cuales se destacan el Salón Oval y el restaurante París y las dos salas de slots, hoy con más de mil máquinas tragamonedas. 




El mejor plan es deambular por las instalaciones, subir hasta los palcos de lujo y conocer también la tribuna Especial y la Paddock, de acceso libre y gratuito. Desde la vereda se puede dar una vuelta por los boxes y por la redonda de exhibición, que es el pequeño recorrido que realizan los caballos junto al jockey antes de dirigirse a las gateras de salida.








Desde la vereda se puede dar una vuelta por los boxes y por la redonda de exhibición, que es el pequeño recorrido que realizan los caballos junto al jockey antes de dirigirse a las gateras de salida. 


La estratégica disposición de la rotonda de exposición permite contemplar de cerca la belleza de los caballos, el colorido de sus monturas y el diminuto tamaño de los jockeys.












Cada una de las tribunas cuenta con espacios gastronómicos para comer o tomar algo sin perder de vista el movimiento de los caballos.


































Almorzar, cenar o simplemente tomar un café en pleno corazón de Buenos Aires, pero sintiéndose en París es la sensación que transmite a quienes van este emblemático restaurante.

El edificio es de estilo francés, data de principios del siglo XX...fue inaugurado en 1911 y es la vía de acceso a una sala de máquinas de juego. Lo que solía ser la entrada de servicio se convirtió en la entrada principal: una fachada semicircular, con una galería y un atrio. 

La Tribuna Oficial y la Confitería París  forman parte del patrimonio arquitectónico de la Ciudad. 


Los vareadores
























Volveremos a visitar el hipódromo cuando se corra el  Gran Premio Nacional, que es el clásico  más importante del calendario hípico argentino para potrillos de 3 años en el proceso selectivo anual. Se disputa en el mes de noviembre  sobre la distancia de 2.500 m en pista de arena. Es una carrera particularmente atractiva para el público porque, por razones de distancia, la largada se realiza frente a las tribunas y los espectadores pueden ver los partidores a unos metros de distancia.
Hasta pronto!!!!!!



2 comentarios: